sábado, 5 de septiembre de 2015

viernes, 24 de abril de 2015

Mezcal

De repente sus bocas se encontraron. Dirán que no lo buscaron, que no lo intentaron. Pero todos sabemos en esta historia que ambos lo desearon en algún momento de sus vidas con toda la fuerza de su corazón. Es cierto, hace mucho que ese deseo se había desvanecido, quizás por la distancia, quizás por el tiempo o como sucede con el deseo, por la incapacidad de satisfacerlo. Como sea, esa noche sus bocas se encontraron.  Sonrientes, felices, llenos de vida. Comenzaron a bailar, se tomaron de las manos, de la cintura, se abrazaron. Y llegaron, por fin, a estar frente a frente sobre la cama y comenzaron a descubrirse sus secretos. Recorrieron sus pieles, tocaron sus cuerpos, saborearon su aroma y aprendieron a quererse.
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Daniel se sentía mal, el dolor de cabeza sólo podía anunciar una terrible resaca que lo acompañaría todo el día. Cuando abrió los ojos vio a  Nancy, quien lo había estado observando mientras dormía. En ese momento Daniel no supo que decir, comenzó a ponerse nervioso y sintió que le sudaban las manos.
–Tranquilo- lo tranquilizó Nancy mientras se recostaba sobre el pecho de Daniel,-lo peor ya pasó- dijo con un tono de sarcasmo.
-No, es que yo, bueno tú, es que- balbuceó Daniel quien no atinaba a encontrar las palabras. Tanto él como Nancy se encontraban desnudos, en el mismo cuarto, en la misma cama.

Nancy al ver la cara de desconcierto de Daniel lo besó –No te preocupes, de todas maneras te quedaste dormido-

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Uno no puede ir por la vida haciéndose el fuerte. A veces proyectamos una imagen de nosotros mismo que no concuerda con lo que en realidad sentimos o queremos. De pronto nos sorprendemos al ver que tal o cual persona nos trata de maneras que no imaginamos. Vamos por la vida ofreciendo cosas que no queremos y ansiamos cosas por dentro que jamás pedimos. Luego uno se sorprende de no ser correspondido. 

Eduardo Galeano

Me gustaría tener una pizca del talento de Eduardo Galeano para poder escribir de forma sublime todo lo que su muerte me trae a la cabeza. Un escritor comprometido con las causas sociales, crítico de los gobiernos, del neoliberalismo, activista y enamorado del futbol. Lo mismo escribía de amor que de los crímenes cometidos por los poderosos. Su libro “Venas Abiertas de América Latina” fue uno de los textos imprescindibles en mi formación, por primera vez alguien me explicaba la historia de nuestra región desde una óptica de clase, los explotadores y los explotados. América Latina como la mina de oro de la que se enriqueció Europa, el drama de los indígenas, la destrucción de un mundo para mantener el estilo de vida de otros. La conquista y reconquista de las grandes potencias a través de políticos entregados a sus intereses, las dictaduras que acabaron con miles de vidas en aras de la implementación de un sistema económico que sólo empobreció a pueblos enteros.. Nunca olvidaré el coraje que me provocó la lectura de este libro y la transformación que trajo a mi modo de ver la vida. Hablar de su libro Futbol, Sol y Sombra, es hablar del deporte más hermoso del mundo, historias fuera y dentro de la cancha, cuentos, crónicas, escritas de manera magistral, lo mismo invitaban a la reflexión, a la crítica y hasta el goce. El futbol entendido como un negocio que, sin embargo, se rehúsa a ser domesticado, y que, aunque los dueños, quieran arrebatárnoslo, siempre se podrá jugar en cualquier patio. El libro de los abrazos es un compendio de escritos llenos de vida, sobre el amor, la cultura, las tradiciones. Eduardo Galeano colaboró en cientos de publicaciones alrededor del mundo, entre ellas La Jornada donde sus columnas siempre fueron críticas con el sistema y el gobierno. Eduardo Galeano fue un escritor que me inspiró porque me enseño que a través de las letras se pueden mover consciencias y exaltar sentimientos, pero sobre todo, que se puede defender una causa, se puede denunciar y señalar, se puede tener el tiempo de describir la belleza de este mundo, pero también debemos ser capaces de contar sus crueldades. Ojalá hubiera más Galeanos. Por ahora, sólo me queda releer sus textos y como decía él, quedarme “con esta melancolía irremediable que todos sentimos después del amor y al final del partido”.