miércoles, 21 de agosto de 2013

Enamorarse o no


Cuando uno se enamora las cuadrillas
del tiempo hacen escala en el olvido
la desdicha se llena de milagros
el miedo se convierte en osadía
y la muerte no sale de su cueva
enamorarse es un presagio gratis
una ventana abierta al árbol nuevo
una proeza de los sentimientos
una bonanza casi insoportable
y un ejercicio contra el infortunio
por el contrario desenamorarse
es ver el cuerpo como es y no
como la otra mirada lo inventaba
es regresar más pobre al viejo enigma
y dar con la tristeza en el espejo


miércoles, 14 de agosto de 2013

Desvelos

La neta no te entiendo. Me dices que debemos luchar por otro pero los últimos días demuestras lo contrario. ¿Ya no tienes tiempo para mi? ¿Ya no merezco respeto? ¿Ni siquiera la cortesía de saber si estás bien? La neta no te entiendo. Necesito saber que onda contigo. Que no veas a mi un tipo al que puedes engañar, el tipo que te va aguantar y esperar. Dime qué debo de pensar. Dime si debo replantear mi vida sin ti. Si voy a estar a disposición de tus estados de ánimo también dímelo y no mientas diciendo cosas que no sientes. Yo estoy aquí, he hablado, he contestados, te he buscado y no niego mi culpa. ¿Por qué no haces lo mismo?


---


Tienes razón en que debo ser congruente; te he dicho en que parte del proceso estoy yo contigo. No te he mentido, te dije que no puedo darte iniciativa porque simplemente no puedo. Se que no se vale.
Sé que no mereces esto.
Pero no puedo darte más de mi.
Si te quiero, no me interesa si me crees o no, yo lo sé. No hemos regresado, aunque los dos nos extrañamos como siempre, nunca sentimos las cosas al mismo tiempo. No tengo porque darte mayor explicación. No tengo que pedirte permiso para estar sola o avisarte si necesito espacio. Es ahí donde te equivocas; yo no me fui de una vida de mierda. Mi vida era buena, pero te necesitaba a ti más que a nada y deje de quererme y de respetarme a mi. Por eso acepte situaciones que me lastimaban mucho. No te mentí, te lo dije.
Te dije cuanto te quiero.
Y te dije que ya no estoy enamorada de ti.
No tengo el valor de dejarte ir. Tienes razón.
Pero ya no estoy enamorada.
Y por eso soy así

sábado, 3 de agosto de 2013

Andamios

-Ahora dime, con franqueza: ¿cuándo te empezó la nostalgia?


-Fueron varias etapas. Una primera, esa en que te niegas a vaciar las maletas porque tienes la ilusión de que el regreso será mañana. Todo te parece extraño, eres indiferente y sólo quieres divertirte, pasar el rato. Cuando escuchas los noticieros, sólo pones atención a los sucesos nacionales, esperando que digan algo de tu ciudad y de tu gente. La segunda etapa es cuando empiezas a interesarte en lo que sucede alrededor, en los políticos, en lo malos que son, en cómo mienten los periódicos y en lo que murmura la gente. Y ya que no puedes volver al estadio universitario a ver jugar a los Pumas, te vas convirtiendo paulatinamente en seguidor del Atlante, y hasta te empieza a gustar el beisbol. No obstante, a pesar de la adaptación paulatina, a pesar de que vas aprendiendo las acepciones locales y ya no dices “vivo a cuatro cuadras del metro Buenavista”, ni pides en El Parque de Las Palapas (algo así como la Alameda pero en chiquito) un elote sino una marquesita, ni dices “ya me voy” sino “ya me quito” y cuando escuchas que alguien te pide un lapicero y habla de un lápiz o un tajador y quiere un sacapuntas; cuando ya te has metido a codazos en la selva semántica, igual te siguen angustiando, en el recodo más cursi de la almita, el goce y el dolor de lo que dejaste, tus padres, hermanos, amigos, los museos, el transporte efectivo, las plazas, y hasta esas tardes grises de contaminación tan presente en la ciudad y, por obvias razones geográficas, tan ausente en el cielo cancunense.  No obstante el tiempo pasa y por fin se borra todo aquello que te impedía el regreso. Sólo entonces se abre la tercera y definitiva etapa, y ahí sí empieza la comezón casi absurda, el miedo a perder la bendita identidad, la coacción en el corazón y la campanita en el cerebro.  Y aunque sabes que el regreso no será un gran logro ni una felicidad eterna, la vuelta a casa se te va haciendo imprescindible. 

Basado-Plagiado de Andamios de Mario Benedetti