jueves, 24 de noviembre de 2011

Tecer Mail: Atorado


*****:

Me desperté y aquí estoy. No pude contener mis ganas de escribirte y la verdad no sé por qué. Bueno en realidad si lo sé. Que la señora Jachii dijera que soy un tipo de segunda división caló hondo. Basura. Sabes que no escribo por esas tonterías. En realidad debe ser algo más profundo que eso, me siento atorado.

Si, atorado, en un bache, detenido. Hace 3 semanas que no puedo escribir. Escribir reportajes es a lo que me refiero. No es que antes fuera fácil para mí o que los hiciera de forma rápida, pero por lo menos tenía ideas y ganas de hacerlo.

De unos días para acá mi imaginación me abandonó. Se fue, huyó. Sé que debe haber algo que me haya quitado la emoción por seguir en este lugar, que según nuestra última platica no tiene nada de malo excepto la soledad constante. Quizás me estoy evadiendo porque simplemente no logro concentrarme.

No lo sé. No la he pasado bien los últimos días. Me regañaron en el trabajo. No entregué un reportaje a tiempo y no he sacado las fotos que me han pedido. Me descontarán un día de mi quincena. Por los textos no puedo excusar nada, te he dicho que estoy seco. Por la cámara, basta decir que Enrique la perdió por descuido una vez en un taxi y yo por no quemarlo no he dicho nada. Menudo papel hago yo recibiendo los regaños por “no llevar la cámara a ningún lado”.

Nunca me ha gustado agobiarte con mis problemas, a veces pienso que puedo llegar a cansar. Digo sólo tu soportas a un niño dando lástimas porque Vero no lo quiere. O al chavo que su máximo sueño era ser el mejor auxiliar de Milenio. Creo que por eso te aprecio. Quizás no contestas todas las llamadas, pero cuando lo haces, vale la pena.

Ojalá logre poder encontrarle la emoción a esto. Me desespera tardarme mucho en los textos. Aunque raro, es el mes en que más reportajes he publicado. No lo sé, quiero hacer las cosas bien. No sé qué pasa.

En fin… reconozco que últimamente no hemos hablado mucho, supongo que tu emocionante trabajo y mi caribeño estado no se acoplan mucho en eso de las horas en el twitter. De cualquier modo, no recuerdo si hablábamos mucho antes de que viajara a Quintana Roo, eso sí, comíamos bastante yogurtland y bebíamos café de Starbucks… yougurtland… que buenos tiempos…

El punto era, que sabes que cuando me da por escribirte es porque ya probé todo: limpias, oraciones, drogas, alcohol, charlas motivacionales, pagar por sexo y todas esas cosas de las que uno no puede estar orgulloso. Así que espero que dedicarte unas cuantas líneas y saber de ti me ayuden a liberarme de este estrés post traumático que vengo cargando porque no sé de qué otra forma puedo deshacerme de él.

Espero que te esté yendo bien, sabes que cualquier cosa aquí andamos. Sé que te va bien por tus tweets, exceptuando los robos y esas cosas. Me encantan tus fotos con los gatos y¿ te dije que me gustó mucho tu corte de cabello allá por octubre? I love it.

Atte: Yo ¿quién más?

PD: en 20 minutos salieron 2 mil 600 Caracteres (debería ser así siempre ¿no?)

lunes, 14 de noviembre de 2011

Escucharte de nuevo


A fuerza de no parecer patético, soñador o romántico, la realidad fue que no pensaba volverte a oír, ya no digamos jamás, sino en mucho, mucho tiempo. No seis meses, ni un año, mucho tiempo.

Pero como siempre me he encargado de sabotear mis planes de paz y tranquilidad, me demoré un poco, pero te llamé. Pensé, como pienso cuando estoy sobrio, que sería una llamada de amigos, que no me molestaría ni molestaría a nadie. Claro, eran las 4 de la mañana, pero no era el alcohol el que me movía a marcar por teléfono, sino la canción que en ese momento sonaba. 

Después de eso las ganas de volverte a escuchar se volvieron más fuertes, y fue así que, gracias a Skype tuvimos una conversación por demás magnifica, conmigo bebiendo tequila, acostado en mi cama, contándote todo lo que me había pasado en 5 meses, tu escuchando, riendo, como en aquellos tiempos, donde platicando se nos iba el tiempo.

Las cosas iban magníficas, hasta que prometimos volver a vernos. Es difícil, creo, a pesar de que todos los días me repito que las cosas no son iguales, que nada va regresar, la esperanza no muere, o quizás sí, pero ni eso se atreve uno a reconocer. Mencionaste a tu novio, y mi soledad sólo me empujo a decirte “se feliz”.

Colgamos con la promesa de marcarnos otra vez. Sabes que lo haré, pero no sé si contestarás. No me interesa, he marcado cada año. Quizás un día me canse, te canses o te cases. Qué más da, la llamada fue buena, las risas, los recuerdos, las sonrisas que nos provocamos y que no pudimos ver. Porque eso sí, una cosa es escucharnos y otra vernos, y volver a verte, para eso falta mucho tiempo.

No seis meses, ni un año, mucho tiempo.