Que fácil hubiera sido enamorarse de ti,
Contar contigo el pasar de los días hasta mi regreso
Verte a tan lejos, extrañar tu presencia
Soñando contigo, soñando el regreso.
Tuve una visión, me empecé a preguntar por qué esperar a que
te pasen ciertas cosas en la vida para poder ser completamente honesto con tus
sentimientos. Pero resulta que debes salir de tu marasmo y supuesta elocuencia
para darte cuenta de lo que tienes en tu vida, y no queda más que hacer un
balance, saber si te arriesgas a seguir adelante, aguantas un poco más, o
volteas la mirada en busca de lo que dejaste atrás.
No puedo negar que muchas de las mujeres que me gustan
terminan siendo mis amigas, pero tampoco puedo negar que jamás intentaría nada
que pudiera arruinar esa amistad, no diré que no las besaría, pero una cosa es
compartir fluidos y otra compartir emociones y planes, sobre todo cuando ambos
sabemos que nuestras visiones de la vida, por tan distintas o similares, se
hacen incompatibles.
No quiero decir que no podríamos llevar una relación, pero
aquí viene mi punto, ¿vale la pena transformar esa amistad?, cambiar ese
sentimiento desinteresado por uno con un interés en concreto. Todos sabemos que
las relaciones tienen un principio y un final, hay algunas que se alargan más
que otras, pero de lo que estoy seguro es que con cualquiera de mis amigas
siempre podré recordar lo bueno que la pasamos, tomaré un café o comeremos un
helado. Pero estoy casi seguro de dos o tres personas que fueron mis parejas a
las que jamás quisiera ver o que jamás quisieran verme.